La vida es un milagro. Estar vivxs hoy es un regalo.
Vivimos en una cultura occidental en que, hemos negado la muerte. No se habla del tema, no se habla entre adultos y menos aún a los niños, inclusive y esto es muy fuerte, cuando una persona está enferma y siente cercana la muerte, por lo general, no le dejamos hablar de ella… negamos las evidencias, tenemos expresiones que niegan la realidad. Y esto es grave, porque no permitimos a la persona que hable de su enfermedad, de sus miedos y emociones frente a la muerte y negamos la posibilidad de hacer cierres que son importantísimos al final de su vida.
Esta manera de abordar, o no abordar la muerte, está conectada con el miedo a desaparecer, a desconectarnos de nuestro entorno, familia, amigos, como si, silenciar el tema de la muerte impidiera la llegada de este momento, ya sea para nosotrxs o para nuestras personas queridas.
Conectada a esta realidad surgen otros temas que niegan algo tan evidente como que somos finitxs, vulnerables y tenemos un tiempo de vida que nos ha sido regalado pero que tiene punto final. Uno de estos temas que se derivan del miedo a la muerte es el miedo a envejecer, porque envejecer significa perder belleza, control, desgaste, dependencia, soledad, finitud… sin embargo, desde el primer día en que nuestros ojos vieron la luz, empezamos a envejecer y la posibilidad de morir empieza a ser una realidad…
Desde mi experiencia, la posibilidad de abrir los ojos cada día y agradecer a la vida por despertarnos, por ver la luz y relacionarnos con las personas que amamos, por lo que somos y tenemos, por los vínculos que seguimos construyendo, por estar vivxs, es el primer paso para quitarle poder al miedo a la muerte.
Preguntarnos qué quiero hacer hoy con mi vida, hacia dónde quiero encaminar mis pasos, hacia dónde dirigir mis pensamientos y emociones, en qué cosas o situaciones ya no quiero poner mi energía… cómo decido autotrascender y ser recordada…
Cuando miramos demasiado hacia el pasado, podemos deprimirnos porque el pasado es irreversible y no podemos modificarlo; mirar demasiado al futuro nos crea ansiedad, porque el futuro no está en nuestras manos, no podemos controlar lo que todavía no existe… sólo existe el presente, el ‘aquí y el ahora’.